Cuento: El Socio del Norte

junio 26, 2025

 El objetivo del cuento es dar una idea de lo mal que a México le iria en caso de una invasión, que es lo que muchos medios tradicionales de este país estan pidiendo a gritos. Aprendamos a ser analistas 



Capítulo 1: Soberanía SA de CV

Aurelio Mena jamás pensó en la patria como algo más que un lugar para facturar. En su empresa de maquila avanzada, el nacionalismo se medía en dólares.

Cuando los primeros misiles cayeron en zonas militares del norte, él estaba brindando con whisky en su sala de juntas, convencido de que eso significaba el inicio de una nueva era para los negocios.

La televisión estatal había desaparecido. Solo quedaban las señales 'colaborativas', controladas por el nuevo gobierno de transición. Un vocero sin rostro, con voz digitalizada, decía:

'La operación Libertad Estratégica no es una guerra, es una reestructuración continental. El pueblo mexicano tiene la oportunidad de integrarse a un sistema más eficaz.'

Aurelio lo repetía como mantra:

'Sistema más eficaz... más clientes, más control, menos sindicatos. Esto es progreso.'


Capítulo 2: Las calles huelen a plástico quemado

El calor ya no era natural. Había un olor permanente a plástico derretido, a cuerpos chamuscados y a miedo viejo.

Los convoyes del USMC patrullaban Monterrey con drones de reconocimiento. Toda persona que caminara sin QR de movilidad podía ser detenida o neutralizada. Las zonas grises -colonias populares sin acceso a energía ni agua- crecían a cada semana.

Aurelio viajaba blindado. Entraba a los parques industriales con credenciales que ahora llevaban bandera norteamericana. Mientras tanto, su chofer pasaba retenes donde se confiscaban víveres, niños lloraban, y mujeres eran escaneadas como si fueran paquetes.

'Ellos no entienden que esto es por el bien del país', decía Aurelio mirando por la ventana.


Capítulo 3: Contratos de sangre

Un general estadounidense le ofreció a Aurelio el negocio más lucrativo de su vida: gestionar un centro de procesamiento migratorio.

'Trabajo limpio. Registro, almacenamiento, control.'

Le entregaron una nave industrial. Él puso los códigos de acceso, las cámaras, la logística. En menos de un mes, había 2,300 personas hacinadas. Nadie salía.

Al principio, no preguntó. Solo firmó y cobró.

Hasta que una mañana encontró a su exsecretaria en una celda, flaca como alambre, con un ojo reventado y los labios cosidos con alambre de oficina.

'Aurelio', dijo, '¿Sabes quién le vendió nuestros nombres?'

Él tembló. Porque sí sabía.

Capítulo 4: Patriota del progreso

Su esposa y sus hijos habían sido evacuados al sur. La resistencia crecía: bombas caseras, ataques a drones, ejecutivos asesinados en cafés caros. Aurelio dormía con un arma bajo la almohada y un botón de emergencia que ya nadie respondía.

El último reporte financiero fue espectacular: crecimiento del 240 %.

Pero no había clientes.

No había país.

Solo estructuras, números, cadáveres.

Y un hombre solo, encerrado en una oficina vacía, viendo por la ventana cómo arde lo que alguna vez fue Monterrey.

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